¡Buenas, buenas! Después de tantos meses sin publicar una nota, venimos con mucha información, quizás nueva para algunos, quizás obvia para otros. Así que estén atentos. Hoy vamos a reflexionar acerca de qué tanto cuidamos nuestro cuerpo y nuestra energía para empezar a introducir pequeños cambios de hábitos en nuestras rutinas y así construir el día a día de una forma armoniosa (y por supuesto, mejorar nuestra calidad de vida). Soy Maribel, esta es mi voz, les voy a contar parte de mi experiencia como terapista integral.
Somos materia: tenemos un cuerpo físico que necesita reposo, ejercicio y una buena alimentación. Pero… ¿cómo viene eso en nuestra vida? Muchos consultantes se quejan de su condición, cuando saben que no están poniendo voluntad y responsabilidad de su parte. Resulta fácil trasladar a otra persona eso que a uno mismo le corresponde: «Curame», «Hacé algo para que me sienta mejor», «Total me tomo alguna pastilla y se me pasa». Sin embargo, quienes estamos de este lado y brindamos ayuda energética y espiritual solo podemos mover la energía para que todo se encauce. El resto depende de las decisiones y elecciones que tome cada individuo luego de la sesión.
Ni hablar de aquellas personas que vienen en las últimas. Días, meses, hasta años sosteniendo malestares que pretenden que se vayan mágicamente en una sesión. Y es impresionante cómo las personas se resisten a poner en práctica la teoría. A lo largo de estos once años de ser terapista, pude observar que solo un veinte por ciento de las personas que asistí en sesiones o que participaron en mis capacitaciones se comprometen realmente a generar cambios en sus vidas. Debemos tener en mente que somos nosotros mismos los creadores de nuestra propia realidad. Entonces, ¿qué vida queremos vivir?
Traigo un ejemplo de lo que sucedió días atrás. Atendí a un hombre que está cansado de tomar medicación para todos los malestares corporales que padece. Pero después de la sesión, fue derecho a comprar bizcochos con chicharrón, sabiendo que le asientan mal a su organismo. Y eso no es todo. Durante la sesión, mencionó que no quería sumar algo más para hacer (además de trabajar, dormir la siesta, salir a veces a caminar y tomar pastillas) porque no desea involucrarse en lo que sabe que sí tiene que hacer para su bienestar: por ejemplo, empezar a alimentarse mejor.
La transformación comienza en un cincuenta por ciento cuando uno mismo se involucra conscientemente en el proceso de sanación. Esto implica dejar atrás las resistencias, ponerse firme en el objetivo y sostenerlo con el paso del tiempo. Vuelvo al ejemplo anterior. Sumado a esa falta de compromiso consigo mismo (y de amor propio), este hombre no se hacía una sesión energética desde enero. Recordemos: la ciencia nos dice que somos energía antes que materia. ¿Cómo puedo ayudarlo yo, estando ya en el mes de octubre? El foco de la sesión fue traer mayor consciencia, voluntad y responsabilidad en sí mismo.
Con esto, no es mi intención emitir juicio alguno. Solo estoy mostrando mi punto: cada uno es responsable de sí mismo, cada uno crea las circunstancias de su propia realidad y depende de cada uno cómo se quiere sentir con todo aquello que va sucediendo en su cotidianeidad. Como dice la banda No te va a gustar en una de sus canciones: «No te puedo sacar de ahí, salvo vos». ¿Cuál es entonces el primer paso que cada uno va a dar?
Ahora, bien sabemos que lo que sostiene al cuerpo físico es nuestro campo energético. De todo lo que nos compone, el cuerpo físico es lo último que se ve afectado. Los desequilibrios comienzan primero en nuestro aura, en el que existen diferentes tipos de energías que a la larga terminan manifestándose en el físico, si no hacemos algo para moverlas o si no nos proponemos sanar nuestro interior. Emociones, sentimientos, pensamientos, creencias, mandatos, karma, influencias astrales… todo lo que nos lleva a pasar por diferentes estados, de los que muchas veces nos resulta difícil salir.
Paulo Coelho dijo una vez: «La recompensa de nuestro trabajo no es lo que obtenemos, sino en lo que nos convertimos». Transformar nuestro Ser nos lleva a vivir una vida mucho más placentera, sana y saludable, en armonía con la naturaleza que nos habita y rodea. Esto no quiere decir que dejen de sucedernos cosas, sino que vamos a estar con la entereza necesaria para transitarlas de la mejor forma. Seguimos aprendiendo hasta que nos muramos. Elijamos vivir la vida que queremos vivir.
Con cariño, Maribel.