Hoy comienzo este escrito haciéndole honor a mi bisabuela, que vivió hasta los cien años. ¡Y cómo vivió todos esos años! Ella nos dejó un legado hermoso, que recién después de su fallecimiento, a mis veinticuatro años, comprendí y disfruté mucho de transmitir y practicar. Hablo de las sanaciones populares: de la cura del empacho, del mal de ojos, de la culebrilla, los nervios, las quemaduras, las verrugas.
La nona Fefa era la «curandera» del pueblo. La RAE define a una curandera como una persona que ejerce la medicina (mediante rituales o prácticas curativas empíricas) sin título oficial. Cuando era niña, esa palabra me sonaba muy fuerte; de hecho, muchas veces sentía resistencia si me asociaban a lo que mi nona hacía. «¿Vos sos la bisnieta de…?» Por supuesto, lo sentía así por prejuicios e ignorancia, ¿no? Alguien quizás en algún momento me habló despectivamente de esos ritos.
Hoy día, en mis treinta y tres años, puedo decir que mi bisabuela era una mujer muy sabia y que en mi familia, estamos todos muy felices de haberla elegido como ancestra (¡y muy agradecidos porque ella dio ese permiso!). Nos elegimos mutuamente para transitar esta experiencia terrenal. En casa, siempre nos preguntábamos de dónde sacaba toda esa información. ¿Cómo sabía hacer lo que hacía? ¡Ni hablar que tenía su tercer ojo muy desarrollado! Recuerdo siempre recibir comentarios de la gente de que mi bisabuela era la mejor, que después de haberla visitado a ella, sus males se disiparon.
Aunque no lo creas, las primeras sanaciones que me enseñaron no las aprendí de mi nona. Ella se resistía mucho a enseñarnos cómo curaba, porque decía que si lo hacía, se le iban a ir sus poderes. Sin embargo, durante sus últimos años de vida, le insistimos tanto con mi mamá y mi hermana, que un día salió de ella querer transmitirnos esos conocimientos. Nos dijo que estaba lista para que seamos sus aprendices. ¡Y creeme que conservó sus poderes hasta el último respiro!
Con el tiempo, mi mamá, mi hermana y yo nos fuimos interiorizando más en el tema. Entendimos que todas esas sanaciones se basaban en rezos católicos y que por intercesión de los seres de luz, los guías espirituales y los Maestros Ascendidos (como Jesús y la Virgen María) ocurrían los milagros. Nosotros, los humanos, somos solo canales: conectamos con estos seres celestiales gracias a nuestra fe, consciencia, luz y amor, y todo sucede. Porque, así como también lo explica el budismo, está en nosotros el deseo de ver a todo Ser libre de sufrimiento y de dolor.
Por todo esto, llevamos ya años de investigación y experiencia en las sanaciones populares y de solo unas anotaciones, terminamos desarrollando un libro muy completo con todo lo recopilado para que esos conocimientos y esa sabiduría perdure en el tiempo. Este libro es por el momento digital y contiene qué son las afecciones populares, sus causas y síntomas, algunas prevenciones y recomendaciones (en caso de padecerlas) y una toma de consciencia desde el lado de la biodescodificación.
Además, quiero agradecerle a mi queridísima amiga y colega, Lis Gariglio, por su compromiso y dedicación para incluir en este e-book las hagiografías de los santos que interceden en cada sanación y un apéndice con otras afecciones (y los santos que nos ayudan y asisten) que no se han desarrollado en el libro. ¡Gracias infinitas, amiga Lis, por encargarte también de la corrección de todo lo escrito en el libro!
Por supuesto, para preservar lo transmitido de generación en generación, las sanaciones en sí se enseñan en fechas puntuales: Viernes Santo, día de San Juan (24 de junio), día de la Inmaculada Concepción de María (8 de diciembre), Nochebuena (24 de diciembre a las doce de la noche) y el día del cumpleaños del receptor. Este año estaremos brindando las sanaciones el sábado 24/06 y el viernes 08/12. Para este taller, se requiere tener leído el e-book con toda la teoría correspondiente.
Para adquirir el e-book, ingresá al siguiente link: www.espacioholisticocolibri.com/contenidos/afecciones-populares-fe-y-tradicion/. Para más información acerca del taller, envianos un mensaje.
Con cariño, Maribel
