Hablemos del karma

Hoy comenzaré este escrito transcribiendo las primeras páginas del libro Karma, de Sadhguru, un yogui, místico y visionario considerado una de las cincuenta personas más influyentes de la India.

Un buen día, Shankaran Pillai se compró una embarcación –un yate ultralujoso de cuarenta pies– por diez millones de dólares y decidió llevar a su reciente esposa puertorriqueña a un crucero romántico.

Durante el viaje, les sobrevino el infortunio: el yate chocó contra una roca y se destrozó.

Mientras el flamante barco se hundía en el océano, Shankaran Pillai y su esposa lograron salir a flote. Nadaron para salvar sus vidas y finalmente llegaron hasta la orilla de un islote cercano, un pedazo de tierra arenosa que flotaba en medio de la nada, completamente desprovisto de vegetación.

Shankaran Pillai y su esposa tenían algunas latas de comida, pero sabían que estas solo les durarían un par de días. Se encontraban en un apuro.

Sin inmutarse, Shankaran Pillai se colocó en una postura yóguica y asumió una expresión de serenidad espiritual. Su mujer, sin embargo, tenía un carácter más volátil.

−¡Estamos perdidos! −dijo entre lágrimas−. No se ve ningún asentamiento humano; no hay ningún rastro de vida aquí, ni animales, ni plantas, ¡nada! ¿De qué vamos a vivir? ¿Cómo vamos a salir de aquí? ¡Qué terrible final para nuestros sueños de dicha conyugal! ¡Qué terrible final para nuestras vidas!

Shankaran Pillai siguió sentado en su postura yóguica, imperturbable.

Su mujer estaba perpleja.

−¿Cómo puedes quedarte ahí sentado? ¿Acaso no te das cuenta de que estamos perdidos? ¿No ves que vamos a morir?

Shankaran Pillai la miró con una calma compasiva.

−Querida, no te angusties −le dijo−. Lo que no te conté antes de nuestra boda es que tengo un pasado. Cuando estudiaba en Tennessee, tuve que pedir un préstamo estudiantil. Después de graduarme, me marché a Nueva York sin pagar la deuda. Los acreedores me encontraron tres meses después.

»Aún así, logré eludirlos y hui a California. Allí me compré un automóvil. Como solicité un prestamos para el automóvil, me dije: «¿Por qué conformarme con un automóvil pequeño?». Decidí comprarme un Rolls-Royce con molduras de oro puro, y tomé un crédito de dos millones de dólares para comprar el vehículo. Como pensé que la vida allí sería algo difícil para mí, me llevé el automóvil para Oregón.

»Pero me siguieron allí también. Después de ese episodio, pedí un préstamo hipotecario por cinco millones de dólares. Luego, se me ocurrió ir a México. Pero me siguieron allí seis meses después.

»Después de eso, como sabes, me casé contigo y compré este yate en Texas por diez millones de dólares. Aún no he pagado la primera cuota, así que no te preocupes. Mantén la calma; no te asustes. Nos encontrarán. Siempre lo hacen.

La fe de Shankaran Pillai en que lo «encontrarían» −o, más exactamente, su comprensión de que ¡jamás podría escapar de sus acreedores!− es un fenómeno que el resto del mundo conoce por otro nombre: karma.

Con esto, podemos decir que la ley del karma va más allá de expresiones tales como «ojo por ojo, diente por diente» (ley del talión) o «conseguimos lo que damos y recogemos lo que sembramos». El karma no se trata de un castigo; tampoco es nuestro enemigo. De hecho, como bien menciona Sadhguru, «no podríamos vivir sin karma, puesto que es lo que sustenta la vida humana». Por eso, la mayoría de nosotros estamos viviendo esta experiencia terrenal: para aprender.

Cuando hablamos del karma, nos referimos a la ley de causa y efecto: todo accionar (con su respectiva creencia y sentimiento de trasfondo) es la causa, y las experiencias vivenciadas son el efecto. No podemos evadir las consecuencias de nuestras propias acciones, de esta vida o de vidas pasadas. Debemos ocuparnos de lo que nos compete a cada uno para transitar esta vida más despiertos y livianos.

La necesidad de darle sentido a un mundo plagado de dolor, sufrimiento e injusticia sigue siendo un tema de gran relevancia con el paso de los años. Es momento de explorar el concepto de la palabra karma en profundidad y empezar a desenmarañar nuestro destino. Porque cada día disponemos de las señales necesarias para trascender con amor y comprensión este mundo saturado de desafíos.

En el taller El karma y el tribunal kármico, seguimos ahondando en los conceptos de estos términos y brindo herramientas para atender esas señales presentes a diario, elegir nuestro camino con consciencia, tener la certeza de disponer del control de nuestro propio viaje y de esta forma, dar saltos de octava y vivir con alegría e inteligencia una vida de bienestar.
Con amor, Maribel.


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1 comentario en “Hablemos del karma”

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